Frío. Una ventisca en forma de escalofrío entró en su cuerpo sin
previo aviso, sin ninguna necesidad de llamar. Las razones por las que dio el
paso no las recordaba nítidamente, pero lo que era seguro es que allí estaba,
en las profundidades marinas que tiempo atrás
investigaba con regularidad. Sus investigaciones se basaban
principalmente en descubrir nuevas especies anfibias, en un intento de saber un
poco más sobre el mundo, y conocerse mejor a sí mismo.
Sin embargo, la razón por la que se encontraba en aquel
lugar era diferente. Las fascinantes criaturas marinas pasaban por su lado,
iluminadas por una luz cenital que dejaba entrever la trágica escena que
ocurría en aquella bahía de San Francisco. Estaba atrapado, pero al mismo
tiempo sentía una libertad que rara vez experimentó en su vida, condicionada
por las modas, las ideologías y por el control de los entes intocables de
arriba.