¿Pero cómo iba a verlo venir? De tantas cosas que vio y que
sintió, no pudo reparar en lo realmente importante. La vida le convirtió en un
soldado al que ya no le importaba lo que le disparasen ni a qué parte de su
cuerpo apuntasen las balas. No era más que un kamikaze que se contentaba con
cumplir sus misiones sin importarle cómo llegar al objetivo. Y, poco a poco, se
fue consumiendo.
A la larga, algunos llegamos a darnos cuenta de que el cómo
es más importante que el fin. Que la moral se eleva sobre las demás ideas que
flotan a nuestro alrededor, y que lo sencillo acaba por iluminar el futuro que
nos parece tan incierto. Pero lo que es moral o no, no lo puede decir nadie, o
por lo menos yo no. Puede que tampoco tenga mucha importancia, pues no
olvidemos que tarde o temprano acabaremos como lo que siempre hemos sido. Como
acabaron los grandes imperios de la antigüedad, los libros que no quisieron
que fuesen leídos y las personas alguien no quisieron que fueran escuchadas.
Como acabaron sus ejecutores. Como acabaremos tú y yo.