domingo, 11 de diciembre de 2011

metAMORfosis


Colgó el teléfono y un silencio ensordecedor inundó la pequeña habitación. La chica miró a su alrededor y no vio más que ropa negra esparcida por todo el habitáculo. Pero entre todo el desorden que la rodeaba pudo distinguir una foto de vivos colores. Aparecía ella hacía unos años. Cogió la fotografía y la analizó con atención. Vestía un vestido azul, ballerinas a juego y un precioso lazo blanco en la cabeza remataba su adorable apariencia. Parecía feliz; pero eso era antes de conocerlo a él.

 Nunca olvidará como lo amó ni como lo admiró. Puede que sea cierto que el amor ciegue. ¿Cómo no pudo darse cuenta si no, de los cambios que ella estaba sufriendo? Su obsesión había hecho que se mirase en él como en un espejo. Las ballerinas se cambiaron por botas militares; los vestiditos, por camisetas negras y vaqueros rotos; y aquel lazo blanco por un periódico cigarrillo en la boca.

Sólo tenía ojos para él. Y oídos también. Los discursos de su amado hicieron que no volviese a ver a la autoridad con los mismos ojos, desde su profesor hasta sus propios padres. Dejó de escuchar al grupo pop de moda y reservó su reproductor de música para los grupos y artistas más agresivos. Sin saberlo, se había convertido en su propio antónimo. En su negativo.

Pero ahora ya nada de eso importaba. Él se había ido. Tanto tiempo de noviazgo para que ahora se fuese con otra niña a la que moldearía a su gusto; justo como hizo con ella. Y ahora, en la oscuridad de su nuevo ser, se ahoga la última parte de lo que un día fue. Con lágrimas en el rostro, se plantó en frente del espejo y vio lo que llevaba puesto. Sus vaqueros y camisetas rasgadas las vio como sucios trapos, símbolos del pasado. Sin siquiera pensarlo, se quitó lo que llevaba puesto hasta quedarse completamente desnuda. Suspiró aliviada, como liberada de un maligno hechizo. Se secó las lágrimas y se enseñó a sí misma una tímida sonrisa.

Finalmente, abrió la ventana de su habitación dejando correr el aire, ahuyentando así los fantasmas que la atormentaban y mostrando su propio renacimiento.

1 comentario:

  1. ¡Muy buen relato! Cuando todo el mundo va en una dirección, lo más difícil es no dejarse arrastrar. Cuando todo el mundo cambia a gran velocidad, lo más difícil es seguir siendo uno mismo. A veces es bueno desnudarse de complejos, influencias y referencias, para poder recordar con libertad cómo somos realmente...
    Felicidades y ¡sigue progresando!

    ResponderEliminar